Os diré que guardo con suma ilusión, aquellos gratos recuerdos y sensaciones ante vuestra presencia. Sois vosotros olivos centenarios, los pobladores de las dehesas andaluzas, los que con vuestros frutos verdes proporcionais alegría al aire de la serranía. Con el vaivén de vuestras hojas, facilitais los sueños, penas y alegrías y alguna quimera de amor temprano. La nostagía está presente desde el preciso momento de mi ausencia indeseada. Aún recuerdo aquellos besos regalados unos, y robados otros dados bajo el cobijo de vuestras sombra fresca y verde. ¿Cuanta grandeza has ejercido con tu papel de testigo mudo!!.
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