
Se llamaba Jacinta Batista.
Vivía una calle después de la nuestra.
Era un sitio donde los que vivíamos éramos personas que mantenían su alcurnia.
Como decía mi abuelo cuando bebía,
Abuelo era un ejemplo de superación; era un visionario.
Hizo cosas y logró cosas increíbles.
Llegó a tener casas, almacenes y tiendas al detalle.
Era "vivo", como él decía.
Pero con un gran corazón,
Regalaba al necesitado y ayudaba.
No mucho, pero en esa época.
No se necesitaba mucho tampoco.
Bueno, vamos al punto.
Perdón por el asunto.
La casa de Jacinta era limpia y grande; tenía servicio para todo.
El esposo se llamaba José; le decían Josecito, aunque no era tan bajito.
Me acuerdo de que en el pueblo
Las tiendas y almacenes
Cerraban los sábados al mediodía.
Y no abrían domingos, sino hasta el lunes.
"Qué bueno, eh".
Pero siempre había algunos.
Que vendían por la puerta de atrás, jajajajaja.
"Si los agarran ahora, mano".
Bueno, lo cierto es que había
Un "grupito" que se reunía en la casa de Jacinta.
Ahí el bebe Ramírez, un rico de la ciudad.
José de la Rosa, otro ricachón.
Gege, ese no recuerdo el apellido.
Ah, y Mirko Matías, mi padrino.
Y no podía faltar el "guere".
Que, según decía la abuela, era el alcahuete de ellos.
Pero no era así, era el mandadero.
Un buenazo, y defendía a mi abuelo; (abuelo, hasta le reparó una casucha en la que el "guere" vivía, que era de madera y zinc).
Había una cocinera y otra señora que mantenía limpia el área.
El sábado al mediodía llegaban ellos y comenzaba la fiesta del traje".
(Traje esto, traje aquello").
Y así, bebedores finos; allí había pinch 9 y vinos finos de la época.
Eso bebía el abuelo.
no faltaba nada),
Los demás llevaban lo que ellos bebían.
Jacinta y Posecito
Tocaban la guitarra y cantaban a dúo.
Y ya saben, los demás desarrollaban sus actitudes artísticas.
A mí me daba gracia, no por abuela, sino por la mamá de ella.
Mi bisabuela,
Que siempre decía lo mismo.
"Ese es un borrachón; ándate viva que un día de estos lo pierdes todo, Jacinta", me decía.
—Dígame, tía Chinta, y bésame la mano. —Yo creía que era besar la mano.
Y no, era pedir la bendición.
Bueno, esto pasó por mucho tiempo.
Y alguien dijo.
Nada dura para siempre.
Tía Chinta le dio algo y se murió.
El velorio duró una semana.
Aquello se llenó; estaban las esposas de todos los "socios".
Y las concubinas,
Esto decía mi bisabuela...
Después ella también fue al velorio.
A lo mejor para asegurarse...
(PERDÓN PERDÓN)"
Ah, ah, se me olvidó decirle.
Que en esa casa cada uno tenía
Su sillón o mecedora, como les decían,
A los dos meses se fue Josecito, uff.
Y se rompió la taza.
Cada uno para su casa.
Más tarde intentaron reunirse.
Pero ya no era lo mismo.
Lo que hacían era ponerse nostálgicos y llenarse de pena.
Mi abuelo se llevó su sillón.
Lo puso frente a la ventana.
Y ahí se ponía como tuerca.
Sí, eso mismo, borrachito.
Caray, todo deja huellas en la vida.
Espero que estén juntitos por allá.
Y mi abuela también...
Ah, y mi bisabuela.
Que era la que le ponía sal al asunto.
A mí que no me esperen por ahora.
Hasta luego.
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