Entrevistando durante meses a personas de todas las edades y profesiones, comprobamos que a la gente le cuesta concretar o que la hace feliz, -
en cambio sabemos muy bien lo que nos hac desgraciados-, por ello le pedíamos simplemente, que
nos hablaran de satisfacciones; episodios en los que habían
logrado un alto grado de bienestar. Exceptuando el nacimiento
de un hijo, no se habló de grandes logros. Nadie citaba los
éxitos académicos, ni los ascensos en el trabajo. Y menos
aún conquistas materiales como comprar un coche nuevo o
una vivienda. Se hablaba de cosas más sutiles como
una buena conversación agradable. Caminar descalzo por
la orilla del mar en una playa preciosa y traquila, aquella
canción que nos hizo llorar de emoción etc. Entendemos
que la felicidad se sirve en pequeñas dosis para quien sabe
capturarla.
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