Está en mi ferviente deseo, el poder decir que nunca renunciaré a esa paz que me proporcionas día tras día. Ni tampoco a la flor que me regalas cada mañana, ni a tu loco proceder en ciertos momentos. No quiero olvidar, ese cariño que decides darme con cierta grantía. Tampoco deseo olvidarme de esos ojos, de la risa sincera, y los motivos que logran establecer una regular armonía. Y por supuesto no está en mi deseo, el renunciar a seguir viviendo eternamente enamorado.
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