Escribo estas letras de madrugada, con la finalidad de que puedas pasearte por ellas al llegar la mañana. Sol de la aurora eres, primavera, rocío del amanecer y dulce canción de jilguero. Eres tormenta de mi llanto y aroma de mis flores. Quiero y deseo que sepas que me encantaría ser templo de tu espíritu y pecador arrepentido que camina por esta vida, perdiendo sus pasos entre la sombra. Por favor, quítate esa máscara de tu rostro, deja de fingir lo que no eres, ni jamás has sido. Sé que dispones de muchos e incontables valores, y te diré que una buena parte de ellos es inmejorable.
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