Imagínese usted,200 kilómetros cuadrados de espeso bosque, reflejado en las aguas quietas de un pantano de veinte millones y medio de metros cúbicos. Esto, representa una belleza que no cabe en la retina de cualquier ser humano.
¿Es el bosque de Irati en mayor de Europa?, creo que eso no tiene nada que ver. Lo que importa, es que es una verdadera reserva ecológica y económica, dominada por hayas y por abetos que agotan aquí, su marcha hacia el oeste.
Alrededor de ese gran embalse, y en su bosque, habitan ciervos, corzos y jabalíes, lugar, donde el hombre corre cierto riesgo de perderse en la espesura del mismo. Irati, tiene su leyenda, que entra en acción, cuando los árboles, son agitados por el fuerte viento casi huracanado. Es entonces, cuando los espíritus se pasean con su esqueleto coronado que no es otro que el de doña Juana Labrit- madre del rey Enrique IV.
Furibunda huganote, persiguió con saña a los católicos de sus estados- la Navarra francesa y el Bearn-, destruyendo sus hogares y sus templos.. Las lamias, se apoderaron de su cuerpo cuando murió en París envenenada, y desde entonces, lo pasean en tétrica cabalgadura por los lugares de su antiguo dominio. Los genios maléficos, producían las más espantosas desgracias, cuando se trataba de reedificar las iglesias destruidas, tan solo las realizadas el sábado- día de la Virgen- llegaban a buen término. Viéndose burladas las lamias, decidieron construir ellas mismas las iglesias a cambio de la entrega de ciertas ánimas, pero la burla continuó por parte de los navarros, y desde entonces esos espíritus infernales, tuvieron que huir despavoridos al escuchar el tañir de las campanas
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