No sabéis hasta que punto, me seduce, profundizar en los
temores, y poder escuchar el canto de los grillos, en las noches
veraniegas estando ausente de la ciudad..
En ocasiones, suelo preguntarme si en realidad soy romántico,
pero lamentándolo mucho, no encuentro una respuesta
convincente.
Por esa razón, le comento al hombre que va conmigo, si encuentra
lógico y justo ciertos procederes de algunas personas que
según parece no tienen los pies en ésta tierra.
Este soliloquio, me sirve, para ver con luz distinta,
el secreto tan bien guardado de la buena filantropía, cosa
que alimenta mi entusiasmo, para seguir comunicando
sentimientos que traspasen la ropa que me cubre.
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