Después de la larga jornada del día, me siento sobre una silla desvencijada, con la soledad en mis hombros para contemplar el atardecer. Recuerdos, sueños, espectros y engendros me invaden el alma, se roban mi calma.
Estoy acompañada de algunos amigos fieles, un perro, un gato, un perico llamado pancho, los árboles, y el gemido del viento. Las nubes sonrientes me observan en mudo silencio. Un suspiro por un amor, se escapa de mi aliento y se aleja con el viento
Mi mirada cabalga, sobre el crepúsculo, el sol cae lentamente, se precipita en la inmensidad del espacio. Una comparsa de nubes viudas y viajeras, acompañan a la noche en su llegada. El clamor de mis pensamiento luce cansado. Mi cuerpo decide irse a la cama para sentir el descanso,y la tibieza de las sábanas
La noche, saca de su bolsa, un manto sideral y lo extiende en el cielo, bordado de luceros en él se vislumbran hilos de luna, claras oscuridades, y agujeros de luces. En el vientre de la noche ríen y vuelan ángeles, seres de luz. Morfeo, Dios del sueño galopa libre por la vía láctea, cabalga sobre sagitario, se abrocha su cinturón de asteroides, viste una hermosa capa clara-oscura, con incrustaciones de tiaras y diamantes, capa bordada por las manos creadoras de la osa mayor y su hermana menor.
Una estrella fugaz, lleva en su alma una pena de amor, una desilusión, se deprime y se lanza al vació, se suicida, desaparece ante mis ojos. Me siento testigo de un sacrificio estelar. Aprovecho para orar y pedir un deseo, a su espíritu celestial. Urano, Júpiter y Marte, también cabalgan sobre las estrellas, alrededor del sol
Cupido, Dios del amor practica tiro al blanco, saca su arco, dispara una flecha, alcanza a Saturno y Venus, ellos se miran con ternura, se esconden detrás de una enorme roca, allí se abrazan, se besan. Juntos cabalgan en nebulosas de ilusiones. La noche se siente febril. Saturno enamorado, toma la mano de Venus, y coloca en su dedo anular, un anillo de plata, como prueba de su amor. Ella con su rostro radiante y luminoso exhibe su anillo todas las noches.
Mercurio, y neptuno, se bañan en un mar de sueños, juegan, se revuelcan en arenas de polvo cósmico, escarban, hacen un pozo de luz, sacan una cometa, lanzan bolas de fuego y hielo. La tierra, bañada de oscuridad me contempla, sonriendo en mi fantasía.
Mientras se cumple el ritual en el cielo, mis párpados se cierran y atrapan un hijo de la noche, una de sus sombras. Las agujas de las clepsidras del tiempo, se paralizan. El mundo acabo de pronto y un silencio profundo cerca la estancia
Yo, duermo tranquilamente en el transcurrir de la noche. Al amanecer despierto. Abro los ojos para recibir a los hijos del sol. La niña de mis ojos traviesa pasea por la alborada, la brisa juega, con las ramas, hace caer las hojas de los árboles, algunas se resisten y cuelgan con temor a ser separadas de su floresta, las nubes corren por el cielo, brincan encima de las cerros, los pájaros vuelan entonando una música celestial, mientras construyen su nido.
Las flores, bostezan, se estiran, se abren y se bañan en el rocío fresco de la mañana, se acicalan, se perfuman, se ponen hermosas para recibir a Colibrí.
Colibrí, con su mirada y aliento de pájaro deja allí su polen. Las mariposas, pintoras del día, acarician las flores y sorben con su ternura su perfumado polen. La ternura cabalga por mis venas, remonta mi corazón, me llena de éxtasis
Ignoro que detrás de mi mirada, se encuentra una pequeña criatura de ojos asustados y manos temblorosas. El sol que todo lo sabe traspasa mis pupilas, la sorprende desnuda, descubre su rostro. Ella avergonzada al sentirse descubierta se agazapa en mí y se refleja como nube gris ahogada por la verguenza.
El alba tiene cautiva a la oscuridad, en mi mundo. En mis quimeras camino en las tinieblas, buscando el nido del sol, tratando de liberarla, pero ella rebelde, hecha raíces en mis entrañas, abre las puertas de la aurora, trepa por una rama del tiempo eterno, escapa y emerge como sombra en mí ser. Ahora me acompaña fielmente a todas partes.
Cada vez que la sombra de la noche, ve la luz del sol, se oculta en mi cuerpo y se convierte en reflejo. Ella no olvida que la aurora, en confabulación con el sol, la sorprendieron despojada de sus vestiduras negras y la hicieron prisionera. Ya la sombra esta acoplada a mí cuerpo, como otra piel, como otra alma. Me envuelve, me arrulla en un abrazo invisible, se derrama como una luz a mí alrededor, su cálido latido brota como un fantasma dentro de mí.
A veces pienso que conozco a la sombra, desde antes de nacer, ella me ha visitado a cualquier hora, siempre con vestidos diferentes. Ha estado en mi existencia en los momentos conscientes e inconscientes. Fue mi compañera en el vientre materno de mi madre hoyo de luz, de fuego, de amor, cuna donde nacen los sueños
La sombra, siempre ha dormido dentro de mí. Ella vive oculta en mis venas vestida e sueño, de magia, de fantasía.
Sombra, eres un caballo de luz cabalgas mi espíritu indomable galopas mi universo interior Traspasas mi cuerpo carne, sangre para ver la luz suprema de la vida para conocer la belleza infinita del firmamento.
Aida Viloria
Maracaibo-Venezuela
Comentario
Hola amig@s muchas gracias por acompañarme en la lectura
y por sus palabras que motivan a seguir soñando.
Agradecida por el Destacado
y contenta por ser parte de esta familia tan bonita.
Aida Viloria
Mi querida Escritora
en verdad es un escrito muy hermoso y muy bien redactado ..la felicito
Hola Aida, gracias por compartir tan magnífico relato tratado con esmero, pasión y esmerada dulzura. En sus letras se aprecia gran apego a la sensibilidad, amor por los acontecimientos y cierto deleite en la forma de narrar,
Ha sido un placer dedicarle el tiempo necesario a su lectura.
Un saludo cordial
Aida amiga del alma
es grandiosa hermosa y de gran imaginacion le dire a Erika que te de nuestra maxima condecoracion
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